Side Effects (2013)

De nuevo confirmado que entrar a una película con cero expectativas, sin ver un solo trailer y sabiendo lo menos posible que se pueda, funciona bien.

Side Effects (2013)

Side effects nos cuenta la historia de Emily (Rooney Mara) y su esposo Martin (Channing Tatum) quien es encarcelado. Emily entra en depresión cuando su vida maravillosa se ve amenazada y se intensifica cuando Martin sale de la cárcel, por lo que debe ver a un psiquiatra, Jonathan Banks (Jude Law), quien le receta un nuevo medicamento, trayendo consigo efectos secundarios mortales e inesperados y al verse este involucrado y con su carrera en peligro, debe averiguar qué es lo que salió mal.

Side Effects

Y así, por casi una hora me mantuvo engañado pensando que estaba viendo una cosa cuando PAM!, es otra distinta. Lo que comenzó como un thriller sobre las nuevas drogas, las grandes industrias farmacéuticas que las fabrican y la relación que tienen con los psiquiatras, toma un rumbo inesperado que lejos de ayudar, termina por tirar a la basura el interés que habia generado durante esa primera parte.

¡Que no estoy loca carajo!

Sobre las actuaciones, Chaning Tatum sigue sin convencerme, a menos que sea disparando y muriendo a los 15 minutos. Mara es muy acertada en su papel de esposa deprimida que sufre los efectos de su medicamento. Jude Law nos ofrece una buena interpretación, como siempre, y Catherine Zeta-Jones, no sé, en todo momento se ve incómoda, será el papel, o será por esa escena donde su personaje... Bueno, luego verán, esa escena que pretendía impactarme pero me hizo sentir todavía más incómodo a mí.

Wait for it

Y no se puede decir mucho más sin spoilers así que, aquí la voy a dejar. Si ya no quieren ir al cine porque Fast & Furious ocupa todas las salas y ya vieron Iron Man suficientes veces, pasen a ver esta película. En la segunda mitad flojea y el final es de lo más simple, pero entretiene, y al menos por un buen rato te mantiene pegado al asiento. Y es mucho mejor si no ves el trailer antes de ir.

Escrito por: Filiberto García -